En la semana 31 se le ven gestos de risa y bostezo. En la 32, pasa mucho tiempo durmiendo (casi el 90 por ciento) y se mueve aproximadamente 50 veces o más por hora. Flexiona y extiende su cuerpo. A principios de este trimestre, comienza a defecar.
Heidelise Als, psicólogo de Harvard, recalca la enorme estimulación táctil que el feto se da a sí mismo: se toca, se lleva una mano a la cara, junta una mano con otra o la lleva al cordón umbilical.
En este periodo, comienza a caminar alrededor del útero, empujándose con sus pies. Se ha visto por ecografía, incluso, que cuando la madre comienza a reír, se puede ver al feto flotando, rebotando y, ante el aumento de la risa, lo hace mucho más rápido.
Experimentos con prematuros de 33 semanas de gestación demuestran que chupan más fuerte un pezón endulzado que uno simple.
De otro lado, existen investigaciones, a partir de expresiones fetales de dolor captadas en las ecografías, que sugieren sensación de dolor y están directamente relacionadas con algo que les pueda estar sucediendo.
En 1978, los investigadores Birnholz, Stephens y Faria afirmaron que el feto se aleja o se vuelve contra la aguja durante una amniocentesis. Ultrasonidos efectuados después del procedimiento encontraron que el ritmo cardíaco del feto se altera e, incluso, sus movimientos se modifican durante unos días. Pocos minutos después de que una aguja punza al feto, se registra un aumento del 590 por ciento en la hormona beta endorfina y un 183 por ciento en cortisol, la hormona del estrés, lo cual evidencia la sensación de dolor.
En este trimestre, cuando los fetos son monitoreados durante la relación sexual de sus padres, sus corazones presentan aceleraciones y desaceleraciones que incluso llegan a los 30 latidos por minuto. Se les relaciona con los orgasmos.
Otro dato interesante: cuando la madre bebe un poco de vodka, los movimientos respiratorios del bebé se detienen entre 3 y 30 minutos. En este último trimestre, el bebé traga, en promedio, 1 litro diario de líquido amniótico.
Fuente:Peke