Se considera fiebre cuando la temperatura corporal medida con termómetro sublingual está por encima de los 38 grados centígrados.
Lo notarás enrojecido y caliente, aunque también puede intercalar períodos de temblor y escalofríos.
La fiebre es secundaria a un proceso infeccioso. Pueden existir dos complicaciones graves cuando el bebé está en estado febril como son las convulsiones febriles y la deshidratación.
• Convulsiones febriles
Afecta a niños menores de 5 años de edad. No es epilepsia, ni lleva al niño a la epilepsia con los años. Se caracteriza por temblores bruscos en los miembros, incontinencia de esfínteres y puede durar hasta 5 minutos. Es muy importante mantener la calma y quedarte con tu hijo hasta que el proceso finalice. Mantén al niño acostado sobre un lateral en un lugar donde no pueda lastimarse. Lo ideal es sobre un piso alfombrado. Llama al médico o a alguna emergencia médica lo antes posible.
• Deshidratación
Se puede desarrollar rápidamente en un niño con fiebre ya que la transpiración aumenta considerablemente. El niño enfermo generalmente rechaza la ingesta de líquidos lo cual empeora la situación. Se lo encuentra decaído, con los ojos hundidos, la boca y mucosas secas y además orina muy poco. Si un bebé no orina en un lapso de 6 horas seguramente está deshidratado.
¿Qué debo hacer?
Para reducir los riesgos de convulsiones y deshidratación sigue estos simples consejos.
Sumerge hasta el cuello al niño en agua tibia. Hazlo las veces que sea necesario, esto permitirá reducir la fiebre hasta en 1 grado centígrado.
Se le puede administrar paracetamol para disminuir la fiebre y calmar los dolores. Mantenerlo con muy poca ropa es importante para permitir la pérdida de calor.
Trata de que el pequeño beba poca cantidad de líquidos a intervalos frecuentes, preferentemente agua o soluciones salinas rehidratantes.
La fiebre es un mecanismo de defensa y no una enfermedad. Cuando un “invasor” llega al organismo de tu pequeñín, éste sube su temperatura para ayudar a las defensas.
Fuente:Babysitio