El divorcio de los padres y las consecuencias para los hijos
¿Mejor separados que juntos?
Esta es la buena noticia que nos trae la cara positiva de la crisis económica, ya que hay muchos matrimonios que no se separan por falta de recursos económicos. No obstante, en ocasiones, es mejor que la pareja se separe, a que continúe viviendo situaciones conflictivas de convivencia, que afecten negativamente a sus hijos. Este podría ser el caso de los niños que están viviendo situaciones adversas, por ejemplo, de constantes peleas, discusiones que terminan en maltrato o problemas de alcoholismo o drogas. Si el ejemplo de su padre y/o madre no es el más adecuado, seguramente será más beneficioso para ellos que sus padres se separen.
Por el bien de tus hijos
Está comprobado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos, que cuando deciden vivir separados. Los niños quieren sentir que sus padres son felices. Es importante considerar que, al tomar la decisión de separarse, se analice primero la relación con los hijos, los cambios que éstos pueden sufrir y, sobre todo, que su decisión no afecte ni comprometa a las necesidades básicas de los niños. Los hijos en común continuarán necesitando de cariño, cuidados, atención, apoyo y comprensión.
Los hijos son lo primero
Aunque separados, la pareja jamás dejará de ser padres para sus hijos. No se puede olvidar que los niños tienen derechos y necesidades básicas como la alimentación, el alojamiento, el cuidado de su salud, la educación y el vestir. Cumplir con las necesidades básicas de manutención para los niños es fundamental para su desarrollo.
Por otra parte, los niños sólo se sentirán seguros si existe un clima de confianza, respeto y afecto entre sus padres. Considerando estos derechos de los niños, los padres deberían ofrecer una educación basada en valores como el optimismo, la responsabilidad y la familia, brindando a sus hijos una convivencia civilizada, integradora y social.
Al mismo tiempo, los padres separadados, cada uno desde su sitio, deben seguir observando el comportamiento de sus hijos y facilitarles su compañía, no solo durante las visitas establecidas.
La epilepsia es un trastorno intermitente del sistema nervioso, que afecta a 1 por ciento de los niños y que se caracteriza por crisis o convulsiones. La mayoría de los niños afectados por esta enfermedad puede desarrollar una vida "normal y sana".
Aunque su nombre pueda impresionar a muchos padres, la mayor parte de las epilepsias infantiles tienen buena evolución y obedecen al tratamiento.
¿Qué es la epilepsia?
Es una enfermedad neurológica en la que la acción de unas descargas eléctricas afecta a las neuronas cerebrales de los niños, desencadenando las llamadas crisis epilépticas. Estos ataques pueden obedecer a factores hereditarios, enfermedades infecciosas como la meningitis y la encefalitis, problemas en el embarazo o traumatismos craneales.
¿Por qué se produce la epilepsia?
El cerebro está formado por células llamadas neuronas, que se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos. Dichos impulsos hacen que realicemos movimientos voluntarios o recibamos sensaciones procedentes del mundo que nos rodea. Las crisis epilépticas se producen por descargas desorganizadas de impulsos eléctricos en grupos de neuronas. Si la alteración de las neuronas está localizada en un lugar del cerebro suele dar lugar a crisis focales. Cuando existe una excitabilidad general del cerebro en su conjunto, da lugar a crisis generalizadas, en las cuales no se suele encontrar una anomalía evidente en el cerebro y posiblemente sean debidas a una anomalía en la regulación de la comunicación de las células cerebrales, tal vez hereditaria, de origen genético.
¿Cómo saber si el niño es epiléptico?
Es importante saber que muchos de los episodios aparentemente críticos no son epilepsias. Las convulsiones febriles o los espasmos del sollozo, no entran dentro de la epilepsia. Un niño tiene epilepsia cuando:
- Padece de dos o más crisis convulsivas sin factores desencadenantes claros (fiebre, por ejemplo).
- Pierde el conocimiento, presenta ausencias breves o suspensiones momentáneas de la actividad consciente manifestadas de forma reiterada.
- Presenta contracciones musculares violentas, con sacudidas de uno o varios grupos de músculos.
- Presenta alteraciones bucales, náuseas o sudoración excesiva, acompañadas de movimientos anormales.
Diagnóstico y tratamiento de la epilepsia
La epilepsia tiene tratamiento y los nuevos medicamentos mejoran la calidad de vida de los afectados por la enfermedad. Afortunadamente, la mayoría de los niños que la padecen pueden ser controlados con la medicación antiepiléptica. Excepcionalmente, se presentan crisis resistentes a múltiples tratamientos y, en ocasiones, necesitan enfoques diferentes como cirugía, un tipo de dieta llamada cetogénica o la implantación de un marcapasos en el nervio vago. Deben evitarse los factores que se sabe desencadenan un ataque en un niño determinado, tales como la televisión, videojuegos o luces de discoteca.
Algunos casos de epilepsia infantil se resuelven por si solos con el paso del tiempo, mientras la mayoría necesita tratamiento. Para confirmar un diagnóstico de epilepsia es necesario que se haga un electroencefalograma, un escáner y una resonancia.
Los medicamentos pueden controlar las crisis epilépticas en la mayoría de los niños. Normalmente, se comercializan en forma de comprimidos, jarabe o cápsulas. Es posible que el niño tenga molestias de estómago durante los primeros días o semanas al comenzar el tratamiento. Cualquier molestia que sienta el niño durante este periodo debe ser comunicada al médico.
¿Qué puede provocar una crisis epiléptica?
Son muchos los factores que pueden provocar crisis epilépticas en niños. En 7 de cada 10 casos no se puede identificar causa alguna, en el resto se pueden descubrir:
- Problemas del desarrollo cerebral durante el embarazo
- Falta de oxígeno durante o después del parto
- Traumatismos craneoencefálicos
- Tumores cerebrales (poco habituales en niños pequeños)
- Una convulsión febril muy prolongada
- Encefalitis o meningitis
- Casos de epilepsia en los familiares.
A parte de eso, en la aparición de un ataque de epilepsia infantil pueden influir los cambios de tiempo, los cambios de ciclos lunares, la falta de sueño y las alteraciones en el descanso nocturno, factores todos ellos que incrementen las posibilidades de sufrir una crisis en niños ya predispuestos a esta enfermedad neurológica.
El mal humor es parte de las alteraciones que demuestran que el niño está creciendo
El tiempo pasa para todos. El niño que hace poco era un bebé, hoy ya no usa pañales, ya charla de temas variados, y su comportamiento experimenta cambios, día a día. Antes se despertaba y se expresaba con más alegría, con más disposición, y ahora parece probar más ratos de aburrimientos, de enfados, y de mal humor. Los padres que experimentan esos cambios en sus hijos por primera vez, no deben asustarse. Son alteraciones que demuestran que el niño está creciendo. Habrá, como en todo, casos que superan los límites de la paciencia, pero hay que mantener la calma, seguro que somos todos capaces de controlar la situación, quitar el mal humor y, a la vez, estimular y fomentar la alegría, el auto control, y el bienestar en nuestros hijos.
Muchos padres se quejan contándonos que su hijo, en los primeros años de vida, era tierno y educado, pero que ahora, hay días en que se expresa de una forma muy “pesada”, incontrolable, sin paciencia, y con más resistencia. Y ellos se preguntan dónde se equivocaron. Tranquilos, el mal humor de los niños es parte de su desarrollo. Algunos niños, aunque hayan dormido lo suficiente, pueden que despierten con malas ganas, y que vuelvan locos a sus padres en su tentativa de animarles para ir al cole, por ejemplo. Cada niño es un mundo y cada uno tiene un ritmo diferente. Cuando no presentan dificultades para empezar el día, es casi seguro que lo hará en otros momentos. Puede que sean más testarudos a la hora de vestirse, o que discutan acerca de la comida, de cómo habéis guardado sus cosas, etc.
El por qué del mal humor infantil
El mal humor de los niños puede tener muchas causas. Además de un mal despertar, el niño puede estar viviendo experiencias como el miedo, los conflictos entre amigos, tener dificultad de aprendizaje, o simplemente que no se siente bien del todo por alguna razón que pueda estar relacionada con la salud, con la relación con sus padres, con alguna frustración, etc. Los variados cambios impuestos por el crecimiento, por el desarrollo de la personalidad y por la conquista de espacios de independencia son factores por lo cuales los niños se enfadan, se aburren, y se comportan de manera negativa. Las mudanzas les desestabilizan. La nueva etapa requiere que se superen, y ellos no tienen la más mínima idea de cómo hacerlo. Es muy difícil crecer, según los psicólogos.
Aproximadamente a los dos años de edad, muchos niños manifiestan rebeldía a través de las conocidas rabietas. Cualquier NO de sus padres es motivo de frustración para el niño, que se siente llevado a expresar su no aceptación tirándose al suelo, con gritos, llantos, etc. La etapa de 5 y 7 años de edad, es un periodo caracterizado por una mudanza de comportamiento. Algunos psicólogos la llaman de “adolescencia de primera infancia”. En esta fase, existen alteraciones físicas, psíquicas y sociales. El niño experimenta barreras rumbo al mundo adulto, lo que hace con que su humor sea más inestable.
Hoy en día, a partir de los 7 u 8 años, los niños ya expresan con mucha más claridad lo que quieren y lo que piensan, y además, lo que sienten. Cuestionarán y repudiarán lo que no les gustan, y los padres tienen que encontrar fórmulas para controlar la situación. Por ejemplo, si el niño tiene que levantarse a las 8 de la mañana y resulta que él necesita de más tiempo para ganar ritmo, en lugar de insistir a que él se levante “de inmediato”, lo mejor es darle más tiempo, despertándole unos 10 minutos antes de las ocho, para que él pueda reaccionar de mejor manera al despertarse. En estos momentos, estimular al niño con cariñitos y animarle con palabras dulces también resulta aceptable. Lo importante es no crear un hábito de discusión día tras día, a la primera hora de la mañana. Con el tiempo, este momento se convertiría en un pozo de estrés.
A partir de los 8 o 9 años de edad, la rebeldía vuelve al día a día de los niños. A esta edad los niños esperan respuestas, y que todos sus deseos sean atendidos enseguida. Esta postura suele durar hasta el final de la pubertad.
Los motivos del mal humor
Sea cual sea la razón, lo ideal es no dejar que el mal humor se extienda. Habla con tu hijo, mímale, y demuéstrale que tú no tienes la culpa de lo que le está pasando, pero que sí él puede contar contigo. La palabra llave es paciencia. Calma para educar, argumentar, y comprender lo que está ocurriendo.
Los padres deben traducir los momentos de mal humor de sus hijos como ocasiones para educar al hijo a encontrar opciones y superar sus frustraciones. Es desesperante en muchas ocasiones, pero no se puede ignorar que esos comportamientos son parte de la educación y del crecimiento de los niños. Los padres pueden ayudar a sus hijos a que aprendan a conocer y a controlar sus emociones, y demostrarles que los demás también pasan por lo mismo. En el caso de que el esfuerzo de los padres no funcione, y que el mal humor del niño esté influenciando negativamente en sus estudios y sus relaciones, la orientación de un profesional especializado puede ser una gran colaboración. Solamente un experto en el tema podrá evaluar el comportamiento del niño, y descartar algún trastorno como la hiperactividad o la depresión.
El castigo debe ser empleado para mejorar la conducta del niño
Los castigos de los padres, mediante violencia física o verbal, son para el niño un modelo de conducta agresiva. Si el niño vive rodeado de este modelo, estará adquiriendo el hábito de responder agresivamente a las situaciones conflictivas.
Cuando los padres castigan mediante violencia física o verbal se convierten para el niño en modelos de conductas agresivas. Cuando el niño vive rodeado de modelos agresivos, va adquiriendo también comportamientos agresivos.
¿Cómo aplicar los castigos a los niños?
El castigo debe ser utilizado de una manera racional para mejorar la conducta del niño y no debe depender de nuestro estado de ánimo. Hay que controlarse para poder controlar al niño. Evita aplicar un castigo con gritos o con riñas, porque esto indica que nuestro comportamiento es negativo y vengativo, lo que reforzará una conducta no aceptable. Si enseñamos a los niños que, para resolver una situación conflictiva es necesario gritar, no resolveremos problema alguno.
Predica con el ejemplo
¿Porque tenemos que gritarles para decir que no griten? Así no solucionaremos nada. Estaremos caminando en círculo, sin avanzar. Para aplicar un castigo, hay que escuchar al niño e intentar ser justo. Antes de aplicar el castigo, el niño debe estar advertido y avisado de una forma firme y definitiva. El tipo de castigo y el modo en que se castiga al niño no debe ser desproporcionado respecto a la acción cometida o la edad para evitar provocar fuertes respuestas emocionales en el niño castigado. Conciliar el castigo con un reforzamiento de las buenas conductas, permitirá que el niño "piense" en su comportarmiento para un futuro y en lo que ha hecho mal para estar castigado. Cuando el niño es mayor, hay que ayudarle a desarrollar sus habilidades de autocontrol, utilizando el castigo dentro de un contexto de modificación de la conducta.
Es necesario ir al colegio no solo para aprender a leer, escribir y a contar. Además de aprender todo eso, el niño va formando gradualmente su carácter, su capacidad de reflexión y juicio, al tiempo que se le amplían los conocimientos.
En los países más avanzados, la escolaridad es obligatoria y gratuita y, prácticamente, con igualdad de oportunidades para todos los escolares. El período de estudios obligatorio suele tener una duración de ocho a diez años.
Leer, escribir y contar
Los países que disfrutan de una economía desarrollada han hecho obligatoria la escuela para todos los niños. Hay que saber leer, escribir y contar para ejercer un oficio, por modesto que sea. Todavía existen, en muchas partes del mundo, infinidad de niños que no pueden ir al colegio: en Asia, en África y América del Sur. Sus gobiernos todavía no han construido suficientes escuelas ni formado bastantes maestros para que la educación elemental sea accesible a todos. Así que, los que puedan ir a la escuela, busquen no perder ni un solo día de clase.
En muchos países, los niños van al colegio. Pero, por desgracia, ocurre que algunos países son demasiado pobres para construir colegios y formar profesores. Sin hombres instruidos, estas naciones están condenadas a ser pobres.
La celiaquía es una de las enfermedades intestinales crónicas más comunes. Es la enfermedad que ocurre con más frecuencia en Europa. Según la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE) uno de cada 200 o 300 nacidos vivos en España puede padecer la enfermedad. Actualmente, hay diagnosticados 20.000 casos en todo el país. En Italia e Irlanda, la incidencia es casi la misma. Y algo menos, según recientes estudios, sucede en Estados Unidos.
¿Qué es la intolerancia al gluten?
La enfermedad celiaca es una dolencia digestiva, que daña el intestino delgado, debido a la sensibilidad, es decir, a la intolerancia permanente al gluten, una proteína que se encuentra en la harina de trigo, centeno, cebada, malta y avena. La enfermedad celiaca es una alteración autoinmune del intestino delgado desencadenada por algunos péptidos no digeribles del gluten, que ocurre en personas genéticamente predispuestas. El gluten es una masa viscoelástica, insoluble en agua, que forma parte de las proteínas de reserva de los cereales. La ingestión de alimentos con gluten produce una lesión progresiva en las vellosidades del intestino encargadas de absorber los nutrientes (proteínas, hidratos de carbono, grasas, sales minerales y vitaminas) de los alimentos y pasarlos al organismo. Con estas vellosidades dañadas, existe una consecuente mala absorción de los nutrientes, por tanto, el enfermo celiaco puede sufrir de malnutrición y padecer de otras enfermedades.
Prevención y grupos de riesgo
Actualmente, no es posible prevenir esta enfermedad. Se debe a su origen multifactorial y al desconocimiento de los factores ambientales y genéticos que, junto al gluten de la dieta y al perfil de susceptibilidad genética, inducen la respuesta anómala del sistema inmune intestinal. En cambio, si que están bien establecidos los grupos de riesgo para la enfermedad celiaca como los familiares de primer grado, los pacientes con diabetes tipo 1 o los afectados con síndrome de Down.
Niños y bebés celíacos
La enfermedad afecta notablemente a personas de raza blanca. Es más frecuente en las mujeres que en los hombres, y es hereditaria. Si un hermano gemelo tiene la enfermedad, el otro también la padecerá, y es muy probable que cuando se detecte un celiaco en una familia, sus parientes más cercanos también sufran la misma enfermedad. Es recomendable que los miembros de la familia de una persona celíaca sean examinados.
Alimentos libres de gluten
Aquellos por naturaleza no contienen gluten:
Leche y derivados: quesos, quesos de untar sin sabores, requesón, nata, yogures naturales, cuajada.
Todo tipo de carnes y vísceras frescas, congeladas y en conserva al natural.
Embutidos: cecina, jamón serrano y jamón cocido de calidad extra.
Pescados frescos y congelados sin rebozar, mariscos frescos y pescados y mariscos en conserva al natural o en aceite.
Huevos.
Verduras, hortalizas y tubérculos.
Frutas.
Arroz, maíz, tapioca, así como sus derivados.
Legumbres.
Azúcar y miel.
Aceites y mantequillas.
Café en grano o molido, infusiones y refrescos de naranja, limón y cola.
Vinos y bebidas espumosas.
Frutos secos crudos.
Sal, vinagre de vino, especias en rama, en grano y todas las naturales.
Alimentos que pueden contener gluten:
Aquellos que por naturaleza no contienen gluten, pero pueden llegar a incorporarlo por el proceso tecnológico o por contaminación cruzada.
Embutidos: choped, mortadela, chorizo, morcilla, salchichas, etc.
Patés.
Quesos fundidos, de untar de sabores, especiales para pizzas.
Conservas de carne, albóndigas, hamburguesas.
Conservas de pescado en salsa, con tomate frito.
Salsas, condimentos y colorantes alimentarios.
Sucedáneos de café, chocolate y cacao y otras bebidas de máquina.
Frutos secos tostados o fritos con harina y sal.
Caramelos y golosinas.
Algunos tipos de helados.
Sucedáneos de chocolate.
Alimentos que contienen gluten.
Productos elaborados a partir de los cereales prohibidos para los celíacos:
Pan, harina de trigo, cebada, centeno.
Bollos, pasteles y tartas.
Galletas, bizcochos y productos de repostería.
Pasta alimenticia: fideos, macarrones, tallarines…
Higos secos.
Bebidas destiladas o fermentadas a partir de cereales: cerveza, agua de cebada.
Productos manufacturados en los que entre en su composición cualquiera de las harinas ya citadas y en cualquiera de sus formas: almidones, féculas, sémolas, proteínas.
Los niños pueden seguir una dieta vegetariana desde cuando no sea tan estricta
Existen muchas razones por las que la gente decide convertirse en vegetariano. Algunos lo hacen por la conservación del medioambiente y respeto a los animales, otros por creencias religiosas, y otros por creer seguir una dieta más saludable. Pero, ¿qué significa ser vegetariano? En general, una persona vegetariana se define como aquella que, por creencias personales, se abstiene de comer carne, incluyendo aves, carnes de res, cerdo o pescado.
Los vegetarianos pueden decidir si consumen o no otros productos animales, como los huevos, leche, queso, o miel. En el caso de que decidan consumir esos alimentos derivados, son definidos como ovo-lacto-vegetarianos. Pero a las personas más radicales, que no comen ningún producto de origen animal, se conocen como veganas. Muchos de ellos deciden incluso no vestirse con ropas procedentes de productos animales como la piel, la lana o la seda.
Dieta vegetariana saludable
Para que una dieta vegetariana sea saludable, debe ser equilibrada y rica en todos los nutrientes que el organismo necesita. Por tanto, es esencial para la salud de tu familia que te asegures de consumir suficientes minerales (hierro, calcio), y vitaminas D y B12. Al consumir alimentos como frutas, vegetales, legumbres, granos, frutos secos o soja puedes mantenerte saludable, aunque necesites de un complemento vitamínico. Todo dependerá de cómo equilibres la relación entre proteínas, grasas e hidratos de carbono que tu cuerpo necesita y de las necesidades de tu organismo particular.
Crecimiento y desarrollo de los niños
Cuando se decide y se opta por imponer una dieta diferenciada a un niño, lo primero que hay que hacer es consultar a su pediatra, para poder seguir algunos consejos nutritivos, y asegurarse de que el cambio no afectará de forma negativa a su crecimiento y desarrollo. Según los expertos, los niños pueden seguir una dieta vegetariana siempre y cuando no sea estricta. Los resultados de algunos estudios en los que se ha comparado la dieta de los niños vegetarianos con la alimentación de los niños no vegetarianos (omnívoros), concluyen que una dieta ovo-lacto-vegetariana proporciona un desarrollo y un crecimiento físico adecuado, como con cualquier otro tipo de dieta.
Meditación para niños: reduce el estrés, la ansiedad y el miedo
El estrés, la ansiedad, el miedo y algunas otras emociones similares son cada vez más frecuentes en los niños y jóvenes, los cuales cada vez con más frecuencia suelen enfrentarse a información y problemas que antes no se tenían. El uso de internet, las películas, la televisión, aunado a los padres que están fuera de casa por mucho tiempo o conviven escasamente con los hijos, provocan que los niños tengan que manejar con su pequeña comprensión la información y experiencias que escuchan, ven y sienten cada día.
Estas emociones pueden provocar mucha tensión interior, conductas de rebeldía o inseguridad que a la larga, si persisten, puede derivar en todo tipo de afecciones como insomnio, estrés, hiperactividad, déficit de atención, mala memoria, alergias, etc., debido al desgaste severo que sufre el sistema nervioso e inmune al estar a la defensiva o temiendo ciertas situaciones.
Para menguar un poco esto, es necesario que los padres o personas encargadas del pequeño realicen una meditación antes de acostarse, de manera que el pequeño se vaya a dormir con pensamientos de tranquilidad y seguridad, que nutran su mente y liberen la tensión de su cuerpo, ayudándoles a amanecer con nuevos ánimos.
No es necesario pasar mucho tiempo con el pequeño, si el que se pasa se usa con calidad. Así que aquí te damos esta meditación para que logres una comunicación más profunda con tu hijo.
¿Cómo se lleva a cabo esta meditación?
No es necesario que se medite en un lugar especial. Lo mejor es, incluso, la cama del pequeño. Si hay más niños en la habitación, mejor, ya que antes de meditar, se les puede preguntar que les gusto y que no del día, por ejemplo, y que cosas podrían hacer para remediarlas o mejorarlas. Esto le ayudará al pequeño a sentir que el puede influir en su medio ambiente y le ayudara a tener una visión mayor de las cosas. Esto se puede retroalimentar con la participación de hermanos o primos, e incluso con la opinión del padre o tutor.
Este momento de reflexión puede hacerse incuso en la merienda, lo cual menguara el nerviosismo del niño. Quizá sea difícil lograrlo al principio, pero si se acostumbra al niño con el ejemplo del padre, y se le hacen preguntas o el padre empieza a platicar algo y a pedir opinión, el niño empezará a hacerlo, y es un buen momento para enseñarle al niño a dejar los problemas “afuera” cuando es momento de descansar o recrearse.
Una vez que se haya realizado esta breve sesión, entonces, a la hora de dormir, se habrá menguado gran parte de tensión y se podrá iniciar una meditación que retroalimente la mente del pequeño.
Música
Es necesario que consigas algún tipo de música que sea muy agradable para que el niño se empiece a acostumbrar a que cuando escucha esa música su mente se relajara. La música puede ayudar para cuando el padre no pueda hacer la meditación, el simplemente escuchar la música remitirá al niño al estado de relajación que produce la meditación. La míuscia que puede servir es la música instrumental para bebés, ya sea de Bethoveen, Mozart o la música celta.
Meditación guiada
La meditación se debe de realizar con voz suave. Se le pedirá al niño que cierre sus ojos y que de un hondo suspiro. Luego imaginara una esferita de luz, de su color predilecto a la altura de su lóbulo frontal (se le puede indicar presionando suavemente entre sus ojos).
Luego, hay que decirle que imagine que esta esferita de luz se hace muy brillante y crece, y la luz corre por sus venas y por todo su cuerpo Se le puede, a los más pequeños, señalar un breve recorrido con un contacto suave con el dedo índice por sus brazos, piernas y espalda, simulando el camino de las venas que debe estar recorriendo la luz.
Luego, se le dirá que esta luz recogerá como aspiradora toda la tensión del cuerpo.
Una vez que se haya realizado esto, entonces se le dirá al pequeño que se vuelva a concentrar en la esferita de luz, la cual ya habrá recorrido pro todo su cuerpo y habrá recogido toda la tensión. Y luego, se le pedirá que la envíe lejos, a un lugar del universo, donde estallara y se convertirá la esferita en puras estrellas.
Una vez hecho esto, entonces se le dirá que se imagine envuelto en una esfera de luz, la cual servirá como protección, se le explicara que durante la noche esa luz brillante será su escudo.
Si durante la meditación el pequeño se queda dormido, mucho mejor. Se puede usar la creatividad del padre para variar la meditación cada día.
Si el niño tiende a ser muy nervioso, ansioso o no se puede dormir, se debe considerar su dieta, la cual podría ser alta en azúcares refinados, lo cual daña y afecta severamente el sistema nervioso. También podría haber baja cantidad de nutrientes esenciales, por lo que habría que aumentar el consumo de cereales integrales, verduras y frutas frescas, en jugos recién hechos (no comprados en las tiendas) o ensaladas.
El vómito se define como la expulsión forzada por la boca del contenido gástrico. Es muy común que los niños presenten vómitos por diferentes causas, y es importante diferenciar el vómito de la regurgitación. En esta última situación no existe esfuerzo, generalmente son pequeñas cantidades lo que se elimina, y es una manifestación común y normal en el lactante pequeño.
Cuando el niño vomita, se presenta generalmente el llamado reflejo vagal, lo que hace que el niño se ponga pálido, sudoroso y con la piel fría por algunos minutos, provocando desde luego el temor de los padres.
Son muchas las causas que provocan el vómito, y como la mayoría de los problemas en medicina, para poder dar el tratamiento más adecuado a un síntoma, es fundamental establecer un diagnóstico apropiado.
Una de las causas más frecuentes de vómito son las infecciones. Las diarreas con mucha frecuencia son precedidas por vómitos, y en general cualquier infección puede provocar el síntoma, sobre todo en los niños pequeños. Así, pueden ser ocasionados por infecciones respiratorias, de vías urinarias, del sistema nervioso o digestivas. Entre las causas de vómito podemos citar también las malformaciones del tubo digestivo, la intolerancia o la sobredosis de medicamentos (la eritromicina y la teofilina son ejemplos frecuentes), la "enfermedad por movimiento" al ir en carro o barco, etc.
Creo que es importante, dentro de las causas de vómitos, referirse a tres problemas comunes: primero, a las técnicas de alimentación inadecuadas, sobre todo cuando les damos a los niños alimentos en exceso, con mucha frecuencia o inapropiados para su edad, sin respetar las preferencias del niño y su capacidad gástrica. En segundo lugar, recordar que el vómito puede ser manifestación de alergia a alimentos, especialmente a la lecha de vaca, y por último, mencionar las causas psicológicas. En este grupo estarían los niños que vomitan para llamar la atención, reflejando algún tipo de conflicto familiar, o los niños con algún grado de fobia escolar, y que vomitan todas las mañanas antes de ir a la escuela.
Qué hacer cuando un niño vomita? Sin lugar a dudas es muy importante conocer con precisión la causa para dar el tratamiento mas apropiado. Existen algunas reglas generales que podemos aplicar sin temor, nos facilitan el control y nos evitan mayores complicaciones.
1.- Reposo: Después del vómito es importante mantener al niño en reposo durante un tiempo razonable, ya que la actividad física puede incrementar la náusea.
2.- Dieta: Es mejor que un niño vomite líquidos y no alimentos sólidos, por lo tanto se justifica que la dieta sea líquida hasta que se resuelva el problema, sobre todo en los casos agudos. Es difícil que un niño se deshidrate por vomitar unas pocas veces, a menos que tenga pérdida de líquidos por otra vía, como diarrea copiosa; es conveniente entonces mantener unos 30 minutos de ayuno después del vómito antes de iniciar los líquidos orales. Los líquidos deben darse fraccionados, en pequeños volúmenes, de preferencia con cuchara, evitando las gaseosas y los cítricos, y a la temperatura ambiente.
3.- Vigile la presencia de otros signos o síntomas asociados al vómito, y repórteselos a su médico. Color de la piel, fiebre, dolor, características de la orina y heces, estado de conciencia, alimentos ingeridos previamente, entre otros, son datos de importancia.
4.- Medicamentos: Existen muchos medicamentos para el tratamiento del vómito, algunos actúan como sedantes, otros facilitando el vaciamiento gástrico, pero lo importante es que el medicamento debe seleccionarse según la causa del vómito y la acción del mismo. Un ejemplo de ello es el uso de antihistamínicos, como Gravol o Dramamine, que son especialmente útiles para prevenir el vómito de la "enfermedad por movimiento". Por otra parte, la dosis de los medicamentos debe ajustarse estrictamente al peso del niño. NO SE PRECIPITE UTILIZANDO UN MEDICAMENTO. Generalmente el cuadro cede con reposo y dieta apropiada.
CAUSAS| TEMPERATURA SECA, FRACTURA CRANEAL Y ENFERMEDADES CORPORALES.
Los médicos usan el término epistaxis para referirse a las populares hemorragias nasales, que más de un susto dan a los niños, a sus padres y maestros.
Se debe parar la hemorragia con mantener la nariz presionada con los dedos sobre su punta nasal.
Producto de un golpe o por razones aparentemente desconocidas, causan alarma, pues ver sangre en el rostro de una persona, sobre todo la de un niño, es motivo de preocupación.
Expertos comentan que la zona más visible del cuerpo es la cara y en su prominencia más notable la nariz. Es imposible ocultarla y cuando sangra se encienden las alarmas de emergencia.
De acuerdo con médicos,la mayoría de las hemorragias nasales parecen peores de lo que son en realidad.
En otras palabras, dicen, las epistaxis, son aparatosas, molestas y, a veces, pueden asustar, pero no suelen ser un problema grave.
Diferentes sangrados
Los especialistas explican que hay dos tipos de hemorragias nasales: Las anteriores y las posteriores.
Las primeras son las que se producen en la parte anterior a la nariz, junto a las fosas nasales y son muy comunes en niños y adolescentes. Se produce el sangrado porque existe abundancia de vasos sanguíneos capilares y por ello, es más fácil detenerla.
Las posteriores, comentan, son las que se producen en la parte interior de la nariz. Las personas adultas son más susceptibles a padecerlas y son difíciles de detener.
Sobre las causas que provocan el sangrado nasal, indican que son muchas, entre ellas hay ambientales como la temperatura demasiado seca o cambios de presión atmosférica, fractura craneal, enfermedades corporales o ciertos medicamentos.
Tapón de emergencia
Para detener rápidamente una hemorragia hay que colocar un taponamiento de algodón en la fosa nasal sangrante. Este dique debe ser del tamaño de la mitad del dedo meñique, de preferencia humedecido con agua fría.
La gente que auxilie a la víctima de la hemorragia debe mantener la nariz presionada con los dedos sobre su punta nasal por lo menos durante 20 minutos.
Es útil también aplicarse compresas frías o hielo en la frente del afectado.
Pero, los especialistas dicen que no es suficiente con saber cómo detener una hemorragia nasal, sino conocer cómo evitarla.
Los otorrinolaringólogos señalan que nadie debe picarse ó rascarse el interior de las fosas nasales, ni tratar de introducirse ningún objeto extraño: Ni su dedo, pañuelos o cotonetes.
Igualmente, afirman, es importante evitar sonarse fuerte la nariz, asolearse o acalorarse, sobre todo si se reconoce la tendencia o fragilidad de esa área para sangrar.
Hay que evitar golpes en la nariz, ya que por simple que parezca, si es una persona es delicada le puede sangrar con un leve contacto.
Si el sangrado persiste con frecuencia, no lo piense, visite a un médico especialista en otorrinolaringología.
Conoce el perfil de un niño hiperactivo, y cómo se trata este trastorno
La hiperactividad es un trastorno de la conducta de los niños, descrito por primera vez en 1902, por Still. Se trata de niños que desarrollan una intensa actividad motora, que se mueven continuamente, sin que toda esta actividad tenga un propósito. Van de un lado para otro, pudiendo comenzar alguna tarea, pero que abandonan rápidamente para comenzar otra, que a su vez, vuelven a dejar inacabada. Esta hiperactividad aumenta cuando están en presencia de otras personas, especialmente con las que no mantienen relaciones frecuentes. Por el contrario, disminuye la actividad cuando están solos.
Perfil de un niño hiperactivo
Según Still, estos niños son especialmente problemáticos, poseen un espíritu destructivo, son insensibles a los castigos, inquietos y nerviosos. También son niños difíciles de educar, ya que pocas veces pueden mantener durante mucho tiempo la atención puesta en algo, con lo que suelen tener problemas de rendimiento escolar a pesar de tener un cociente intelectual normal. Son muy impulsivos y desobedientes, no suelen hacer lo que sus padres o maestros les indican, o incluso hacen lo contrario de lo que se les dice. Son muy tercos y obstinados, a la vez que tienen un umbral muy bajo de tolerancia a las frustraciones, con lo que insisten mucho hasta lograr lo que desean. Esto unido a sus estados de ánimos bruscos e intensos y a su temperamento impulsivo y fácilmente excitable, hace que creen frecuentes tensiones en casa o en el colegio. En general, son niños incapaces de estarse quietos en los momentos que es necesario que lo estén. Un niño, que se mueva mucho a la hora del recreo y en momentos de juego, es normal. A estos niños, lo que les ocurre es que no se están quietos en clase o en otras tareas concretas.
Los indicadores de hiperactividad según la edad del niño
- De 0 a 2 años. Descargas clónicas durante el sueño, problemas en el ritmo del sueño y durante la comida, períodos cortos de sueño y despertar sobresaltado, resistencia a los cuidados habituales, reactividad elevada a los estímulos auditivos e irritabilidad.
- De 2 a 3 años. Inmadurez en el lenguaje expresivo, actividad motora excesiva, escasa conciencia de peligro y propensión a sufrir numerosos accidentes.
- De 4 a 5 años. Problemas de adaptación social, desobediencia y dificultades en el seguimiento de normas.
- A partir de 6 años. Impulsividad, déficit de atención, fracaso escolar, comportamientos antisociales y problemas de adaptación social.
Causas de la hiperactividad infantil
La hiperactividad infantil es bastante frecuente. Se calcula que afecta aproximadamente a un 3 por ciento de los niños menores de siete años y es más común en niños que en niñas (se da en 4 niños por cada niña). En el año 1914, el doctor Tredgold argumentó que las causas se deben a una disfunción cerebral mínima, una encefalitis letárgica en la cual queda afectada el área del comportamiento, de ahí la consecuente hipercinesia compensatoria; explosividad en la actividad voluntaria, impulsividad orgánica e incapacidad de estarse quietos. Posteriormente, en 1937, C. Bradley descubre los efectos terapéuticos de las anfetaminas en los niños hiperactivos. Basándose en la teoría anterior, les administraba medicaciones estimulantes del cerebro (como la benzedrina), observándose una notable mejoría de los síntomas.
Síntomas en un niño hiperactivo
Los síntomas pueden ser clasificados según el déficit de atención, hiperactividad e impulsividad:
- Dificultad para resistir a la distracción.
- Dificultad para mantener la atención en una tarea larga.
- Dificultad para atender selectivamente.
- Dificultad para explorar estímulos complejos de una manera ordenada.
- Actividad motora excesiva o inapropiada.
- Dificultad para acabar tareas ya empezadas.
- Dificultad para mantenerse sentados y/o quietos en una silla.
- Presencia de conductas disruptivas (con carácter destructivo).
- Incapacidad para inhibir conductas: dicen siempre lo que piensan, no se reprimen.
- Incapacidad para aplazar las cosas gratificantes: no pueden dejar de hacer las cosas que les gusta en primer lugar y aplazan todo lo que pueden los deberes y obligaciones. Siempre acaban haciendo primero aquello que quieren.
- Impulsividad cognitiva: precipitación, incluso a nivel de pensamiento. En los juegos es fácil ganarles por este motivo, pues no piensan las cosas dos veces antes de actuar, no prevén, e incluso contestan a las preguntas antes de que se formulen.
Consecuencias en la familia con un niño hiperactivo
Los padres suelen definir a un hijo hiperactivo como inmaduro, maleducado y gamberro. Sus comportamientos generan conflictos en la familia, desaprobación y rechazo. Son irritantes y frustrantes en cuanto al éxito educativo de los padres, y algunos niños tienden al aislamiento social. Este trastorno ya se detecta antes de los 7 años y unos tienen síntomas más graves que otros. Una cosa que hay que tener en cuenta, es que si los padres riñen exageradamente al niño hiperactivo, pueden estar fomentando un déficit de autoestima por su parte (sobretodo si lo critican por todo lo que hace) y realimentan el trastorno, ya que el pequeño acabará por no esforzarse por portarse bien, pues verá que siempre acaban regañándole haga lo que haga.
Tratamiento de la hiperactividad
El tratamiento depende de cada caso individual.
El tratamiento farmacológico más utilizado son los estimulantes, que sirven para ayudar a que el niño pueda concentrarse mejor, y los sedantes en el caso de que el niño muestre rasgos psicóticos.
El tratamiento psicoterapéutico está destinado a mejorar el ambiente familiar y escolar, favoreciendo una mejor integración del niño a la vez, que se le aplican técnicas de modificación de conducta.
El tratamiento cognitivo se basa en el planteamiento de la realización de tareas, donde el niño aprende a planificar sus actos y mejora su lenguaje interno. A partir de los 7 años, el lenguaje interno asume un papel de autorregulación, que estos niños no tienen tan desarrollado. Para la realización de cualquier tarea se le enseña a valorar primero todas las posibilidades de la misma, a concentrarse y a comprobar los resultados parciales y globales una vez finalizada.
Los masajes son uno de los momentos preferidos de los bebés. El masaje infantil Shantala consigue calmar a los niños, fomentar la resistencia de su organismo y conseguir que tengan un sueño tranquilo y un desarrollo psíquico positivo.
1. Coloca al bebé boca arriba encima de una toalla
El primer paso para dar a tu pequeño un relajante, al mismo tiempo que estimulador masaje Shantala, es colocar al bebé boca arriba encima de una toalla. Mientras él se acomoda a su posición, aprovecha para, sin dejar de prestarle atención, extender crema sobre tus manos.
2. Masajea los pies del bebé
Empezaremos por los pies. Masaje las plantas de los pies, el empeine, cada dedito por separado y los tobillos. Primero con los pulgares y luego con la palma de la mano, efectúa movimientos en la planta del pie que empiecen en el talón y acaben en los deditos de tu hijo. De esta manera favorecerás el desarrollo óseo del pequeño al tiempo que éste conoce cada parte de sus extremidades inferiores.
3. Masajea las piernas del pequeño
Masaje las piernas de tu bebé, con movimientos de abajo a arriba y de arriba abajo desde los muslos hasta los tobillos. De esta forma favorecerás la circulación sanguínea al tiempo que estimularás su crecimiento óseo.
4. Masajea el vientre del bebé
El masaje en la zona estomacal es uno de los pasos más importantes. El bebé todavía no tiene el sistema digestivo desarrollado al completo y la acumulación de gases es muy habitual. Masajeando la zona del vientre evitas la acumulación de los incómodos gases al mismo tiempo que favoreces la digestión de las comidas y previenes el estreñimiento.
5. Masajea el pecho del bebé
Para masajear el pecho del pequeño, puedes imaginarte que se trata de un libro que tienes que ir pasando sus hojas. Así, empieza en el centro del pecho y hasta movimientos primero hacia un hombro y luego hacer el otro, como si tuvieras que estirar las hojas de ese libro. Con estos movimientos fomentarás el desarrollo del sistema respiratorio del bebé y evitas que se acumulen, o favoreces que se eliminen, secreciones.
6. Trabaja los bracitos del niño
Los brazos de tu bebé se masajean de la misma manera que las piernas, de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Al igual que en las extremidades inferiores, estos movimientos favorecen la circulación de la sangre y fomentan el crecimiento óseo.
7. Masajea las manitas del bebé
En este caso, como en el de los brazos y las piernas, las manos se trabajan de forma idéntica a los pies. Masajea las parte de arriba, las palmas y cada dedo por separado, descubriéndole al pequeño cada parte de sus manitas y estimulándole el tacto en ellas.
8. Masajea la espalda del pequeño
Coloca al bebé boca abajo, ha llegado el momento de masajear la espalda. Puedes hacer movimiento que vayan desde el cuello hasta las nalgas del bebé o bien desde el cuello hasta el final de las piernas. Con estas largas friegas, fortalecerás los músculos de la espalda y favorecerás el control de cabeza y cuerpo del pequeño.
9. Masajea todo el cuerpo del bebé con una pelota
Para terminar el masaje, puedes utilizar una pelota suave de goma para acariciar todo el cuerpo del pequeño, estimulando al máximo su sentido del tacto. Y con estos sencillos movimientos tu bebé quedará relajado, dormirá mejor, se le abrirá el apetito y le ayudarás en su desarrollo físico.