La estimulación temprana, como el propio nombre lo dice, tiene como objetivo desarrollar y potenciar, a través de juegos, ejercicios, técnicas, actividades, y de otros recursos, las funciones del cerebro de un bebé, beneficiando su lado intelectual, su físico y su afectividad. Un bebé bien estimulado tendrá aprovechada su capacidad de aprendizaje y de adaptación a su entorno, de una forma más sencilla, rápida e intensa. Todos sabemos que los bebés nacen con un gran potencial y que cabe a los padres hacer con que este potencial se desarrolle al máximo de la forma más adecuada, positiva, y divertida.
Para entender este proceso, es necesario que entendamos primero, como es la maduración del ser humano. Al contrario de los animales, nosotros los seres humanos somos muy dependientes de nuestros padres desde que nacemos. Tardamos más para caminar y dominar nuestro entorno. Todo depende del aprendizaje que tengamos. Mientras nuestra capacidad está limitada por el aprendizaje, nuestras habilidades están relacionadas con la supervivencia. Sin el aprendizaje, nos convertimos en seres indefensos, solos, y expuestos a todo lo bueno o lo malo. Por otro lado, si aprendemos, nuestro cerebro moldeable nos permitirá que crezcamos y sobrevivamos ante las situaciones más adversas.
La estimulación temprana lo que hace es unir esta adaptabilidad del cerebro a la capacidad de aprendizaje, y hacer con que los bebés sanos maduren y sean capaces de adaptarse mucho mejor a su entorno y a las diferentes situaciones. No se trata de una terapia ni de un método de enseñanza formal. Es apenas una forma de orientación del potencial y de las capacidades de los más pequeños. Cuando se estimula a un bebé se estará abriendo un abanico de oportunidades y de experiencias que le hará explorar, adquirir destrezas y habilidades de una forma más natural, y entender lo que ocurre a su alrededor.
Cuándo estimular a un bebé
La puesta en marcha de una estimulación temprana es una decisión absolutamente personal. Los padres son los que pueden decidir si la quiere aplicar o no al cotidiano con su hijo. Sin embargo, si deciden por la estimulación temprana, deberán iniciarla lo más breve posible ya que, según los expertos, la flexibilidad del cerebro va disminuyendo con la edad. Desde el nacimiento hasta los 3 años de edad, el desarrollo neuronal de los bebés alcanza su nivel máximo. A partir de los tres años, empezará a decrecer hasta su total eliminación a los 6 años de edad, cuando ya estarán formadas las interconexiones neuronales del cerebro del bebé, haciendo con que sus mecanismos de aprendizaje sean parecidos a los de una persona adulta. Por supuesto que continuarán aprendiendo, pero no al mismo ritmo y con todo el potencial de antes.
Todos los bebés experimentarán diferentes etapas de desarrollo que pueden ser incrementadas con una estimulación temprana. Para eso, se debe reconocer y motivar el potencial de cada niño individualmente, y presentarle objetivos y actividades adecuadas que fortalezcan su auto estima, e iniciativa y aprendizaje. La estimulación que recibe el bebé en sus primeros años de vida, constituyen la base de su desarrollo futuro.
Aparte de las actividades que se aplican en la estimulación del bebé, es muy importante destacar que el ambiente también es una herramienta a tener en consideración. El ambiente no es solo un lugar tranquilo, donde se respira el respeto, la tolerancia, la paciencia, el acuerdo y la unión, también son las personas que acompañan al pequeño. Si el bebé cuenta con la compañía de personas significativas para él, como es el caso de sus padres, se sentirá apoyado en su vínculo afectivo, en sus habilidades y destrezas. La estimulación será más completa.
Fuente:guiainfantil